miércoles, 15 de abril de 2015

CUMBRE AGRPECUARIA 2015


"SEMBRANDO BOLIVIA"
LA CUMBRE POR UN CONSENSO SIN CENSO

 
La caída del precio del petróleo fue el detonante para la iniciativa gubernamental de llamar a fines de enero a una Cumbre Agropecuaria, con el propósito de relanzar la producción en el país, sobre todo de alimentos para exportación.

En el diseño inicial, se vio como protagonista al sector agroindustrial cruceño bajo el criterio de que aumentando el volumen de las exportaciones de productos como la soya, azúcar y otros, Bolivia podría aminorar los efectos de la baja de precios de hidrocarburos, además de aumentar la producción de alimentos de consumo interno, con el fin de disminuir la importación de los mismos. De esta forma, luego de una reunión del presidente Morales con los representantes de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz (CAINCO), se anunció la realización de la Cumbre Agropecuaria denominada "Sembrando Bolivia", a inicios de febrero en la ciudad de Santa Cruz, para analizar propuestas sectoriales y fijar un plan de acción de corto y mediano plazo.

Desde entonces, esta iniciativa ha sido postergada en varias ocasiones, debido principalmente a que han comenzado a surgir discrepancias sobre aspectos de la política agropecuaria que, no solamente influyen en el desarrollo rural, sino que hacen a la visión de país que se pretende implementar (Roxana Liendo).

Antes de las buenas intenciones y de la pregonada equidad de participación para el consenso sobre el futuro del sector agropecuario, hubiera sido útil conocer con antelación y claridad los resultados del primer Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2013, que en la práctica es el tercer evento de estas características en Bolivia y fundamentalmente son los datos que establecen la estructura agraria. A la fecha solo se conocen resultados preliminares de este operativo.

Los resultados del CNA en primera instancia podrían haber definido la representatividad de los subsectores de acuerdo a su número, a la cantidad de tierra cultivada, el volumen de su producción, y otras variables estructurales, eliminando de esta manera las subjetividades establecidas en la convocatoria en cuanto a número de representantes. Este aporte justificaría la razón de ser del censo agropecuario, pues más allá de plantear que todos los sectores participen, debería reflejarse el peso de cada uno de ellos tanto por su importancia económica como social.

A mediados de la pasada gestión el Instituto Nacional de Estadística (INE) presentó alguna información que solo establecen "pincelazos" de las estadísticas, que si bien pueden ser llamativas: como la cobertura de internet, telefonía celular, o como se percibe los eventos climáticos, son irrelevantes y no establecen elementos esenciales y estructurales para la toma de decisiones. A principios del presente año en la audiencia pública de rendición de cuentas 2014 del INE (a más de un año del operativo realizado entre octubre y noviembre de 2013) se da por cumplido el compromiso, en el cual se establecía que los "Resultados del primer censo del estado plurinacional (deberían estar) difundidos y socializados". No existen indicios de dónde se encuentran estos resultados o, si no se presentaron aún, cuándo se presentarán oficialmente. Esperamos que los "pincelazos" del INE se conviertan en pinturas hiperrealistas y que se presenten al inicio de la cumbre.

En la presentación desarrollada en dicha rendición, los datos muestran que en Bolivia existen 872.641 unidades productivas agropecuarias (UPA), una superficie cultivada de 2.750.373 hectáreas y 8.148.586 cabezas de ganado bovino. Si bien se establece el universo de productores agropecuarios aún no se puede distinguir cuántos son campesinos, indígenas, empresas agropecuarias, u otras clasificaciones.

Gráfico 1.

Porcentaje de Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) y Superficie cultivada por departamento según Censo Nacional Agropecuario 2013

 
 
 
Según estos datos preliminares, considerando los departamentos del occidente, permiten inferir que aproximadamente el 80% de las UPAs están compuestas por pequeños productores, es decir agriculturas familiares, economías campesinas indígenas que controlarían el 37% de la superficie cultivada. En sentido contrario, en el mejor de los casos el 20% de las UPAs corresponderían a grandes y medianos productores que controlan aproximadamente el 63% de superficie cultivada.
 
Este contraste nos permite ver que no existe una sola realidad en el sector agrícola y por lo tanto se requieren establecer lineamientos diferenciados para el desarrollo agropecuario y lograr mayor eficiencia en la inversión.
 
En consecuencia la agenda de la cumbre debería ser definida atendiendo la realidad del 80% de los productores, que involucra un grueso sector de la población rural con menores condiciones económicas, y no solo desde las expectativas del 20% (José Luis Eyzaguirre).

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