"SEMBRANDO BOLIVIA"
LA CUMBRE POR UN CONSENSO SIN CENSO
La caída del precio del
petróleo fue el detonante para la iniciativa gubernamental de llamar a fines de
enero a una Cumbre Agropecuaria, con el propósito de relanzar la producción en
el país, sobre todo de alimentos para exportación.
En el diseño inicial, se vio
como protagonista al sector agroindustrial cruceño bajo el criterio de que
aumentando el volumen de las exportaciones de productos como la soya, azúcar y
otros, Bolivia podría aminorar los efectos de la baja de precios de
hidrocarburos, además de aumentar la producción de alimentos de consumo
interno, con el fin de disminuir la importación de los mismos. De esta forma,
luego de una reunión del presidente Morales con los representantes de la Cámara
Agropecuaria del Oriente (CAO) y la Cámara de Industria y Comercio de Santa
Cruz (CAINCO), se anunció la realización de la Cumbre Agropecuaria denominada
"Sembrando Bolivia", a inicios de febrero en la ciudad de Santa Cruz,
para analizar propuestas sectoriales y fijar un plan de acción de corto y
mediano plazo.
Desde entonces, esta
iniciativa ha sido postergada en varias ocasiones, debido principalmente a que
han comenzado a surgir discrepancias sobre aspectos de la política agropecuaria
que, no solamente influyen en el desarrollo rural, sino que hacen a la visión
de país que se pretende implementar (Roxana Liendo).
Antes de las buenas
intenciones y de la pregonada equidad de participación para el consenso sobre
el futuro del sector agropecuario, hubiera sido útil conocer con antelación y
claridad los resultados del primer Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 2013, que
en la práctica es el tercer evento de estas características en Bolivia y
fundamentalmente son los datos que establecen la estructura agraria. A la fecha
solo se conocen resultados preliminares de este operativo.
Los resultados del CNA en
primera instancia podrían haber definido la representatividad de los
subsectores de acuerdo a su número, a la cantidad de tierra cultivada, el
volumen de su producción, y otras variables estructurales, eliminando de esta
manera las subjetividades establecidas en la convocatoria en cuanto a número de
representantes. Este aporte justificaría la razón de ser del censo
agropecuario, pues más allá de plantear que todos los sectores participen,
debería reflejarse el peso de cada uno de ellos tanto por su importancia
económica como social.
A mediados de la pasada
gestión el Instituto Nacional de Estadística (INE) presentó alguna información
que solo establecen "pincelazos" de las estadísticas, que si bien
pueden ser llamativas: como la cobertura de internet, telefonía celular, o como
se percibe los eventos climáticos, son irrelevantes y no establecen elementos
esenciales y estructurales para la toma de decisiones. A principios del
presente año en la audiencia pública de rendición de cuentas 2014 del INE (a
más de un año del operativo realizado entre octubre y noviembre de 2013) se da
por cumplido el compromiso, en el cual se establecía que los "Resultados
del primer censo del estado plurinacional (deberían estar) difundidos y
socializados". No existen indicios de dónde se encuentran estos resultados
o, si no se presentaron aún, cuándo se presentarán oficialmente. Esperamos que
los "pincelazos" del INE se conviertan en pinturas hiperrealistas y
que se presenten al inicio de la cumbre.
En la presentación desarrollada
en dicha rendición, los datos muestran que en Bolivia existen 872.641 unidades
productivas agropecuarias (UPA), una superficie cultivada de 2.750.373 hectáreas
y 8.148.586 cabezas de ganado bovino. Si bien se establece el universo de
productores agropecuarios aún no se puede distinguir cuántos son campesinos,
indígenas, empresas agropecuarias, u otras clasificaciones.
Gráfico 1.
Porcentaje de Unidades Productivas Agropecuarias
(UPA) y Superficie cultivada por departamento según Censo Nacional Agropecuario
2013
Según estos datos preliminares,
considerando los departamentos del occidente, permiten inferir que
aproximadamente el 80% de las UPAs están compuestas por pequeños productores,
es decir agriculturas familiares, economías campesinas indígenas que
controlarían el 37% de la superficie cultivada. En sentido contrario, en el
mejor de los casos el 20% de las UPAs corresponderían a grandes y medianos
productores que controlan aproximadamente el 63% de superficie cultivada.
Este contraste nos permite ver
que no existe una sola realidad en el sector agrícola y por lo tanto se
requieren establecer lineamientos diferenciados para el desarrollo agropecuario
y lograr mayor eficiencia en la inversión.
En consecuencia la agenda de la cumbre debería
ser definida atendiendo la realidad del 80% de los productores, que involucra
un grueso sector de la población rural con menores condiciones económicas, y no
solo desde las expectativas del 20% (José Luis Eyzaguirre).