Norman
Borlaug
(Cresco,
Iowa, Estados Unidos, 25 de marzo de 1914 - 12 de septiembre de 2009) fue
agrónomo, genetista, fitopatólogo, humanista, y es considerado por muchos el
padre de la agricultura moderna y de la revolución verde, ha sido llamado
"el hombre que salvó mil millones de vidas". Sus esfuerzos en los
años 1960 para introducir las semillas híbridas a la producción agrícola en
Pakistán e India provocaron un incremento notable de la productividad agrícola,
y algunos lo consideran responsable de haber salvado más de 1000 millones de vidas
humanas.
Premio
Nobel de la Paz en 1970, también se le concedió el Padma Vibhushan, el segundo
mayor honor civil de la India.
Nacido
en una familia campesina de emigrantes noruegos, desde niño trabajaba en las 43
hectáreas en la granja familiar al oeste de Protivin, Lowa, pescando, cazando,
y cultivando maíz, avena, pasto timote, cuidando el ganado, cerdos y pollos.
Cursó
estudios primarios y secundarios en su pueblo, luego ingresó en la Universidad
de Minnesota. Allí costeó su educación desempeñando diversos trabajos. Obtuvo
su diplomatura en ciencias forestales en 1937. En 1938 ingreso a trabajar como
técnico en el Servicio Forestal norteamericano, en 1941 obtuvo su licenciatura
y en 1942 su doctorado, ambos en fitopatología y además en genética.
En
1944 fue a trabajar a México como fitopatólogo. Luego en 1945, hacia el final
de la Segunda Guerra Mundial, la Fundación Rockefeller, con diversas ayudas,
creó en México el Centro Internacional para la Mejora del Maíz y Trigo, CIMMYT,
al que enseguida se unió el Dr. Borlaug, flamante doctor en patología vegetal. Se
traslada al estado mexicano de Sonora y específicamente al Valle del Yaqui, en
donde estudió trigos, royas y prácticas agronómicas para combatir los mohos que
destruían constantemente las cosechas de trigo. Mediante híbridos y cruces,
Borlaug logró variedades de trigo resistentes a los hongos, lo que supuso un
espectacular incremento de la producción.
Norman
Borlaug desarrolló programas similares por todo el mundo. Enviado por la FAO a
la India, entre 1960 y 1965 logró multiplicar por diez las cosechas de trigo de
este país mediante cruces de variedades orientales y occidentales. Diversos
países asiáticos que aplicaron sus métodos, como Bangladesh, Pakistán y
Turquía, llegaron a duplicar o triplicar su producción. Llamado "el
cerebro de la revolución verde", Borlaug defendió siempre la necesidad de
priorizar agricultura y la ganadería sobre los demás sectores para acabar con
el hambre. Además del premio Nobel de 1970, la labor de Norman Borlaug fue
reconocida con numerosos premios y galardones internacionales.
¿Cuál era la situación de esa época?
La
mayoría de la población vivía en países subdesarrollados y crecían a una
velocidad desconocida hasta ahora, debido a los recientes avances de la
medicina. Sin embargo, las economías de esos países eran incapaces de sostener a una población
creciente que, en muchos lugares, se encuentra ya al borde del hambre.
El
investigador de la Fundación Rockefeller, Norman Borlaug, ya llevaba cinco años
trabajando en México, motivado por resolver el problema de la escasez de alimentos
en los países pobres. La situación era, efectivamente, preocupante. Los
alimentos que se producían entonces para los 3.000 millones de personas que
habitaban el planeta, aportaban algo menos de 2.000 calorías diarias per cápita,
escasamente suficientes como promedio para una población que, en buena parte,
tenía grandes dificultades para acceder a suficientes alimentos.
El
reto al que se enfrentaban la mayoría de los países era cómo incrementar
drásticamente la producción de alimentos ante el aumento de la población que se
avecinaba. Sesenta años más tarde, con una tasa de crecimiento sin precedentes
en la historia de la humanidad, la población mundial se ha más que duplicado y
sin embargo, la disponibilidad de alimentos per cápita ha aumentado a más de
2.800 calorías por día. Si hubiese que elegir entre los millones de personas
que han dedicado su vida a aumentar la producción de alimentos, desde los
agricultores a los investigadores, a una sola que representase los esfuerzos
realizados para responder al desafío planteado, ésa sería Norman Borlaug.
El
éxito inicial de las nuevas variedades enanas de CIMMYT fue espectacular y para
1956, México ya alcanzaba la autosuficiencia en la producción de trigo. La idea
de reducir la estatura del trigo pronto se transmitió a otros cultivos, como el
arroz, donde otro instituto internacional de la misma red a la que pertenecía
el CIMMYT pero ubicado en Filipinas, el IRRI, generó nuevas variedades de arroz
más productivas de baja estatura. Dichas variedades tuvieron un éxito notable y
en los primeros años de la década de 1960 comenzaron a ser adoptadas
ampliamente en toda Asia. Desde México, el Dr. Borlaug acometió el desafío de
incrementar la producción de trigo en otras regiones donde el espectro del
hambre era muy amenazante, tales como Oriente Medio y sobre todo, Asia. Quién
no recuerda de aquella época el problema del hambre en la India, un verdadero
tópico dentro de los países pobres. Gracias al entusiasmo de muchos investigadores
locales –muchos de ellos entrenados en CIMMYT – y a la tenacidad de Borlaug,
las variedades enanas de trigo se adaptaron con celeridad a la extraordinaria
diversidad de ambientes y de sistemas de producción de los distintos países de
Oriente Medio y Asia. Para principios de los sesenta, la «Revolución Verde» ya
estaba en marcha. Los avances paralelos en agronomía y mecanización mantuvieron
o incluso incrementaron el progreso en la productividad de los cultivos y para
el final de la década, la Revolución Verde ya era un éxito sin precedentes en
la historia de la alimentación humana.
En
1970 se concedió el Premio Nobel de la Paz al Dr. Norman E. Borlaug. Era el
segundo y hasta ahora, el último que se ha concedido a alguien directamente
relacionado con la producción de alimentos. La idea del Comité fue que, a
través de ayudar más que nadie a producir pan para un mundo hambriento, los
esfuerzos del Dr. Borlaug habían contribuido a la paz mundial.
No
estaban desencaminados los miembros del Comité Nobel; la segunda mitad del
siglo XX ha sido una época notable de paz, bienestar y desarrollo económico
para la mayoría de la población mundial, si se la compara con épocas
precedentes. Los grandes avances en ciencia y tecnología en los distintos
ámbitos en los que se ha basado el desarrollo económico siendo importantes, no
se hubieran materializado sin el progreso paralelo en la investigación agraria
que alivió notablemente el problema del hambre. Una característica notable de
la investigación agraria es su bajo coste relativo a los beneficios que genera.
Numerosos estudios económicos, comenzando por la valoración de las inversiones
que produjeron el maíz híbrido, permiten concluir que las inversiones en
investigación agraria han sido hasta la fecha el negocio más rentable del
sector público. Los centros internacionales como el CIMMYT en el que trabajó
toda su vida Borlaug, han contribuido decisivamente a este éxito, basando su
actividad en unos niveles de inversión mínimos en relación a lo que se invierte
en otras áreas de la investigación.
Normalmente,
la concesión del Premio Nobel significa la culminación de una trayectoria
profesional y cambia la vida del laureado. No fue este el caso de Norman
Borlaug; durante los siguientes años, hasta su fallecimiento, continuó
trabajando incansablemente en la mejora de la productividad del trigo y, en
general, promoviendo la intensificación de la producción de cultivos en los
países en desarrollo. Incluso en el caso de China, los trigos enanos de CIMMYT
se introdujeron desde Pakistán a finales de 1960 y mediante cruzamientos con
variedades locales, dieron lugar a nuevas variedades más productivas. Borlaug
contribuyó en la marcha de China hacia la intensificación de la producción de
cereales, siendo uno de los primeros científicos occidentales que influyeron
desde mediados de los 70 en la política agraria china. El despegue definitivo
de la producción en ese país se debió a la puesta en marcha de plantas de
producción de fertilizantes nitrogenados, ya que el nitrógeno es un elemento
tan clave o más que las variedades enanas en el aumento de la productividad.
Puede decirse que tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados,
el enfoque propuesto y las variedades originales del programa de Borlaug han
jugado un importante papel en el aumento de la productividad del trigo. A
partir de 1990, coincidiendo con la disminución de la inversión en
investigación agraria por parte de los gobiernos de los principales países, a
quienes preocupaban más los excedentes de alimentos que el acceso de los menos
favorecidos a ellos, Borlaug realizó enormes esfuerzos para convencer a
diversos donantes de la importancia de invertir en investigación agraria como
medio de sostener los avances realizados hasta entonces y para promover el desarrollo
de los países más pobres. Su papel en la promoción del Grupo Consultivo de
Investigación Agraria Internacional (CGIAR), una organización de unos 60 países
que viene sosteniendo la labor de los centros internacionales como el CIMMYT o
el IRRI, ha sido crucial en estos últimos tiempos de miopía generalizada. Otra
importante aportación de Borlaug ha sido la creación del prestigioso World Food
Prize, que anualmente se concede a investigadores que han contribuido al
desarrollo de la agricultura a nivel global, un premio equivalente a un Premio
Nobel en agricultura que aún no existe.
Norman
Borlaug encontró, con la Revolución Verde, la solución a un problema, pero con
el paso del tiempo, la intensificación de forma insostenible de la producción
agraria generó otros problemas. El uso excesivo y descontrolado de
agroquímicos, la erosión de los suelos y la expansión desmesurada de algunos
regadíos son problemas que han llevado a criticar a la Revolución Verde. El
hecho de que la agricultura de grandes áreas de África no haya seguido la
trayectoria de la de los demás continentes y se haya estancado en las últimas
décadas, también se atribuye a un fracaso de la Revolución Verde aplicada a
África. Borlaug diagnosticó de forma certera los problemas de la agricultura
africana y desde 1986, trabajó activamente a través de distintas instituciones
tales como la Fundación Sasakawa, en promover una intensificación sostenible de
la agricultura de los pequeños productores del África Subsahariana, un desafío
mucho más complejo y solo parcialmente relacionado con los aspectos científicos
y técnicos de la agricultura moderna.
Con
la secretaria de Agricultura del USDA Ann M. Veneman,
con la torta de
cumpleaños por su 90º natalicio
|
El
impacto del trabajo de Norman Borlaug ha sido tan notable que en 2002, el 68%
de la superficie mundial de trigo (95 millones de ha) se sembró con variedades
que contenían germoplasma del CIMMYT. Conviene destacar que, dentro de los países
desarrollados, su influencia en la agricultura española ha sido de las más
notables, puede decirse que las variedades de trigo procedentes del CIMMYT son
la columna vertebral de los trigos que se cultivan actualmente en España. Un
sucesor de Borlaug en la gestión del programa de trigo, R. A. Fischer, estimó
en 1993 la contribución de los trigos CIMMYT al aumento de la productividad del
trigo en España. La cifra anual estimada ridiculizaba la aportación que España
había realizado hasta entonces al CGIAR. Con el paso de los años, puede decirse
que España tiene una deuda pendiente con el CIMMYT y con la investigación
agraria internacional en general, que además debería ser una vía preferente de
ayuda al desarrollo. La comunidad científica española reconoció la labor del Dr.
Borlaug con frecuencia; la concesión de doctorados honoris causa por parte de
las universidades de Granada, Córdoba y Politécnica de Madrid son algunos
ejemplos. Igualmente hay que destacar que la Real Academia de Ingeniería nombró
a Borlaug Académico Correspondiente en la primera votación que tuvo lugar en
1996 en la recién creada Academia destinada a nombrar miembros
correspondientes.
La
noticia del fallecimiento del Dr. Borlaug (septiembre de 2009 en su fina de
Dallas) sorprendió incluso en círculos cercanos, tal era la actividad que
desplegaba; su ingente labor, su carisma y su enorme tenacidad le mantuvieron
activo e influyente hasta el final. No es exagerar al decir que, al comer un
trozo de pan, todos deberíamos estar agradecidos a Norman E. Borlaug.
“Quisiéramos
se tomara a su vida como modelo de crear una diferencia en las vidas de otros y
bregar realizando esfuerzos para dar fin a la miseria humana” (Los hijos de
Borlaug).
“La
vida y obra de Borlaug son testimoniales de las grandes contribuciones que un
hombre alzando su intelecto, persistencia y visión científica pueden hacer por
la paz y el progreso” (El Primer Ministro de India Manmohan Singh y la
Presidente de India Pratibha Patil).
“...
un preeminente científico cuya obra rivaliza con otros grandes científicos del
siglo XX benefactores de la humanidad (La Organización de Naciones Unidas para
la Alimentación y la Agricultura - FAO).
“Así
como celebramos su larga y remarcable vida del Dr. Borlaug, también brindamos
por su productiva vida donde mejoró la situación alimenticia de muchos millones
de personas pobres... nos seguiremos continuando inspirando en su devoción a
los pobres, necesitados y vulnerables del mundo” (Kofi Annan, Secretario
General de Naciones).
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